Bette Nesmith Graham

Bette Nesmith Graham

Biografías breves

Bette Nesmith Graham fue una inventora y empresaria estadounidense conocida por ser la creadora del corrector líquido, un producto que revolucionó la forma en que las personas corrigen errores al escribir a máquina o a mano.

Bette Clair McMurray, su nombre de soltera, nació el 23 de marzo de 1924 en Dallas, Estados Unidos. Se graduó en la escuela secundaria en 1941, se casó a los 19 años y se divorció a los 22, quedando con un hijo pequeño, en una situación difícil y sin trabajo.

Bette consiguió trabajo como secretaria ejecutiva en el Texas Bank & Trust en 1951. En esa época, las máquinas de escribir eran un elemento central en las oficinas, y los errores tipográficos eran comunes y a menudo difíciles de corregir. Ideó una solución ingeniosa para este problema al mezclar pintura blanca con agua y aplicarla sobre los errores utilizando un pincel fino. De esta manera, podía cubrir los errores y volver a escribir encima sin dejar rastros.

El invento de Bette, que originalmente llamó “Mistake Out” fue un éxito inmediato entre sus colegas de oficina. Reconociendo el potencial comercial de su invención, decidió producirlo y venderlo a una escala más amplia. En 1956 fundó la empresa Mistake Out Company, más tarde conocida como Liquid Paper Co. y con sede en su propia casa, donde fabricaba el corrector líquido a mano.

Inicialmente, el proceso de producción manual era bastante laborioso. Sin embargo, la demanda de su producto siguió creciendo y, para la década de 1960, la Liquid Paper se había expandido significativamente, tras unos inicios difíciles donde afrontó meses de pérdidas.

En 1962 tuvo lugar su matrimonio con Robert Graham, lo cual facilitó su avance. Bette Nesmith Graham se convirtió en una empresaria exitosa y líder en la industria de suministros de oficina, logrando que en 1967 el negocio llegara al millón de dólares de beneficio por año. Al año siguiente, Bette automatizó las operaciones, contando con 19 personas en plantilla y vendiendo un millón de botellas. Con el fin de proteger el invento consiguió la patente, que desarrolló en la Liquid Paper Corporation.

Pero todos estos éxitos profesionales no iban en paralelo a su matrimonio, el cual se deterioraba, llegando a divorciarse en 1975. Ese mismo año la Liquid Paper se transladó a una oficina central internacional construída en Dallas con 200 personas trabajando, capaces de producir 500 botellas por minuto. El crecimiento continuó de forma exponencial y esto causó que se produjeran más de 25 millones de botellas en 1976, aportando unos beneficios netos de 1,5 millones de dólares y pedidos desde 31 países diferentes.

Su invención revolucionó la forma en que las personas trabajaban con máquinas de escribir y se convirtió en un elemento básico en oficinas y hogares de todo el mundo. Ella consideraba que el dinero era un medio y no un fin. Fue su hijo y heredero, el músico Michael Nesmith (conocido por ser miembro de The Monkees), quien gestionó su legado dando lugar a dos fundaciones a fin de apoyar el bienestar de las mujeres en situaciones de vulnerabilidad y generar más esfuerzos en estudiar los problemas mundiales.

Esta excepcional mujer, que en el contexto de la época se definió como feminista buscando su propia libertad y la de todas los demás mujeres, fallecía en Dallas el 12 de mayo de 1980 a la edad de 56 años, seis meses después de vender su empresa por 47,5 millones de dólares a la Corporación Guillette. Fue un gran ejemplo de mujer emprendedora que destacó por su capacidad inventiva logrando avanzar en un entorno entonces muy hostil para las mujeres. 

El legado de Bette continúa, y su invención sentó las bases para los correctores líquidos modernos y otros productos relacionados que utilizamos en la actualidad para corregir errores de escritura.

 

En esta sección de inventoras mostramos cómo las mujeres han sido siempre innovadoras, incluso en épocas en que eran relegadas por las normas de género al ámbito doméstico y se les negaba el acceso a la educación superior. En gran medida, accedían a profesiones que no dejaban de ser una extensión del trabajo doméstico y de cuidados, como enfermeras, secretarias, limpiadoras o cocineras, entre otras. Incluso en este ámbito crearon grandes inventos, utilizando su ingenio para facilitar su vida cotidiana con los elementos que tenían a su alcance.

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